Él me dijo que mi panza era suave y por eso le gustaba.
Me dibujó en un poema de rimas esclavas que no podía comprender.
Yo escapaba a su calor, conciente del peligro.
Él me dijo que no le importaba si hablaba de más o si mis chistes no lo hacían reír.
Que era mi problema si no podía discernir entre sentir y vivir.
Yo le aclaré lo que sentía y ese fue nuestro fin.
Y quizá al negarlo me niego sufrir.
Todo está tan claro –él tranquilo pensaba,
Pero yo sigo sin entender su poema de rimas esclavas.
Me dibujó en un poema de rimas esclavas que no podía comprender.
Yo escapaba a su calor, conciente del peligro.
Él me dijo que no le importaba si hablaba de más o si mis chistes no lo hacían reír.
Que era mi problema si no podía discernir entre sentir y vivir.
Yo le aclaré lo que sentía y ese fue nuestro fin.
Y quizá al negarlo me niego sufrir.
Todo está tan claro –él tranquilo pensaba,
Pero yo sigo sin entender su poema de rimas esclavas.
(Mayo, 2004)
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