Te tengo distante y siento mucho ya no poder hablarte.
Tan lejano como alcanzable, tan hiriente como sentimental.
Calma niño, quizá de inmadurez te vuelvas un hombre ya.
Recuerda, ferviente, que si un diente ha de caerse, tu rencompenza recibirás.
No sabiendo que a lo lejos es esperanza la verdad.
Quizá creyendo el silencio, el delirio de la falsedad.
Cae el misterio de la soledad. Ya no busco que seas risueño en el momento de descansar.
Ya no quiero verte entero sabiendo que mi casa es tu corral.
Cuando corramos entre piedras que golpean duro la realidad, veremos de una vez por todas que nada es tan fácil de explicar.
Y si por casualidad tus manos deciden volver a tocar, a cada rato y un instante más, todo el vuelo que tengo te podría yo regalar.

Marzo '07

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