Una mañana y la ciudad me ataca, su asfalto contra mi cara, un niño en mi mirada.
Terrible suicidio de la catástrofe invernal.
El frío en mis sentidos bloqueando cualquier sentir.
No, no sé lo que será, mucho menos lo que prefiero, si estás acá o a lo lejos.
Te veo, creando tontas canciones a mi lado.
Te veo, inventando caricias, tristes torpezas, pura brutalidad.
Mi día empieza, otro más que va a terminar
y otra pieza de este rompecabezas que haciendo tiempo empiezo a armar.
Salteando palabras, sintiendo en mi espalda vibraciones extrañas por parte del sol.
Me encuentro errada, y al buscar en mi mirada aquello que me falta, la ausencia de coherencia me deja mal parada.
Escribe y escribe, no puede parar, sugiere que duele pero no lo dice en verdad.
Si así fuera, todos los caminos, uno a uno, y aún el más cortito, caerían poco a poco en la vana soledad.
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