Domingo por la tarde, tarde lluviosa.
La mugre avanza, mis hilos más negros están.
Todo va a estar bien si nos calmamos solo un poco, y dejamos de respirar raro.
Veo fotos de mi futuro, un presente dormido y un pasado infeliz.
Oigo que tu voz se vuelve cada vez más suave y eso me da tranquilidad.
Todavía no tenés que irte. El día es largo y no hay que trabajar.
El frío no ha llegado, aún es temprano y la carrera está por empezar.
Las pieles van avanzando y la seda se siente por todo el lugar.
¿Cómo sé que no voy a sufrir cuando terminemos de sentirnos?
Es todo lo mismo, sos tan igual que no me creerías, tan igual a los demás. (Febrero, 2005)

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