Cada noche nos soñábamos, primero vos a mí, después yo a vos…
Los silencios comenzaron a incomodarme, pero nunca llegaron a importarme lo suficiente…y las ventanas grises, cortinas del sol comienzan a cerrarse, mis ojos te añoran, te claman entre sollozos.
Los rubíes de estos mares del oriente me excitan el alma.
Es tuya toda esta locura y es infinita la libertad.
Los rumbos errantes o errados, distan temblorosos de lo que es la realidad.
Renacen entre las frugales situaciones de audacia, los caminos con flores, decenas de ellas, millones de luces, insectos suicidas y deseos a contraluz.
Excitante tu andar, raciocinio dividido, mezclas extrañas de inciensos, sentimientos de nunca acabar.
Infanticidio, el crimen de mi alma, si de ausencias se trata, yo soy el mejor postor.
Candentes, misteriosas, las palabras revoltosas que me tientan en la oscuridad a decirte lo que pienso.
Emborrachándote, emborrachándonos con sudor, los cuerpos tambaleantes, recuerdos de un invierno feliz y atemorizante a la vez.
Mi corazón no te niega, solo te evade, y se debate entre las desventuras del amor, aunque no tenga en claro lo que “amor” signifique. Aún es un corazón inmaduro, rebelde, infeliz, expectante y decoroso.
Titubean nuestros labios, vos no lo querés decir, yo no te quiero escuchar.
Si fueras más cobarde ni siquiera me podrías mirar.
Y es que lo prefiero así, y es que ya no prefiero nada, pues tus manos incorrectas subyacen mis penas, se ahogan innatas e inexpertas, y aún así se me hace imposible negarte, porque aunque no lo sepas me sientan bien tus caricias, me sientan bien tus sonrisas.
Y miro desde abajo, como el invierno se me escapa dejando tan solo metáforas vanas, y sinsabores típicos del desamor.
Y miro desde abajo, más bajo de dónde creía estar, y me voy, dejando huellas solubles, indefectibles, imperfectas, dicótomas.
¿Quién eras aquél día en el que mi mirada te preguntó de dónde venías?
¿Qué sueños albergabas aquella noche en la que mis manos te preguntaron, insistentes, hacia dónde ibas?
Y sin saberlo nos sumergimos, vos en tu mundo, yo en el mío, con nuestras propias melodías, siguiendo, cada uno, un distinto andar.
Sigo acá, mirando desde abajo, sintiendo el calor típico del suelo.
Este tren de lejanías, no deja que seamos lo que tanto queremos ser.
Después de todo, nos bastarían un par de besos para descubrir la verdad, que ya no es tan verdad, que no sé hasta dónde lo es.
Al fin y al cabo cada uno vivirá su parte del cuento, y como propio, creerá siempre que vive en lo correcto, que el mundo es como se le descubre. Qué errados estamos!
Y cambiaré de canal cuando no me lo pidas, solo para verte reaccionar.
Y me revolcaré con tus pensamientos sólo para hacerte enfurecer.
Y te dejaré recostado en la cama solo, para que aprecies mi travieso y torpe andar nocturno.
Y te contaré una a una todas tus virtudes, y esconderé como nunca tus defectos entre mis mejores secretos.
Te dejaré elegir un camino, el que tú creas que te calza mejor en la vida, y juntos lo recorreremos hasta el fin.
Te enseñaré todo lo que sé, y mucho más, te voy a dar hasta lo que nunca supe.
Y te cantaré desafinando millones de canciones de los 80’, te usurparé la mirada, te robaré los aromas, y los guardaré en el placard de mis recuerdos.
Te zumbaré las antenas, te voy a dejar sorda el alma con mis gritos y te rasgaré cualquier rastro de madurez con mi niña interior.
Y finalmente, si todo sale bien, quizás te deje espiarme un rato el corazón y consolarme un poco el alma; tomarte un poco de mi aire y beberte a sorbos mi pulso exaltado.
chachu... nov '07
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