Ya no le tengo miedo al color de la lluvia.
Ya nada es lo mismo porque lo miro junto a vos.
¿Qué será de nuestras almas cuando el viento deje de soplar sobre nuestros valles de sentimientos?
¿Dónde he de encontrarme con mis antiguos miedos negros?
Lo que menos quiero es que te despegues de mi miel,
y si pudiera crearnos eternos lo haría sin pudor.
Yo también quisiera decirte todo lo que siento.
El tiempo se nos agota,
es mi cruel destino,
es mi jaula,
el tiempo es nuestra odiosa perdición.
(Agosto, 2003)

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